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Relaciones, expectativas, contradicciones, aceptación…

Relaciones, expectativas, contradicciones, aceptación…

Intuyo que las relaciones, en su complejidad, precisan que las personas mantengan viva e integra una parte de su intimidad independiente, oculta si así lo eligen, que les singularice del otro o los otros y en la cual crezcan y se desarrollen en soledad. 

Creo que esa es la manera de poder compartir en interdependencia, sin generar relaciones dependientes, que al final te hacen sentir vulnerable, solo y que te enfrentan, todo el rato, al miedo y la duda de un posible abandono.

Aún así, navegando en ese mar de contrarios en el que cada vez me doy más cuenta que se desarrolla la vida, por lo menos la mía, diré, que esto no es lo que yo esperaba. Mis expectativas eran de una vida  sencilla, de afectos inagotables, maravillosos y únicos, donde compartir todo es fácil porque es lo natural, de tranquilidad interior, de logros satisfactorios y reconocidos si hay un trabajo bien hecho.

Sin embargo descubro que no soy para nada simple, ni en mi lectura del mundo ni en mis afectos, que la sencillez, mejor dicho la simplicidad de la vida que esperaba desarrollar, me producía una  insatisfacción profunda, que veo el caos y la contradicción en mi y tengo que aceptarlo y no solo eso, amarlo, si quiero seguir.

Y en todo ese revoltijo convulso, es donde debo encontrar el equilibrio y la armonía,  que además, es un estado cambiante, al igual que la vida, que necesita de una singular flexibilidad, de una lucha sin luchar, luchar para aceptar.

Aaron Beck teorizó con el hecho de que el cerebro crea modelos abstractos casi perfectos, según él, por la incapacidad que el cerebro tiene para abarcar toda la realidad existente. El problema surge cuando, en la vida cotidiana, contrastamos esos modelos. El objeto, la situación, la persona o personas, rara vez salen victoriosas en esa comparación. Según Beck, creador de las terapias cognitivas, esto puede ser una de las causas de la insatisfacción generalizada existente. En lo que llevamos de siglo XXI lo españoles hemos triplicado el uso de fármacos para la depresión.

En “El Jugador” remake de otra película del mismo nombre de los años 70, William Monahan, el guionista, pone en boca del protagonista, Mar Wahlberg, un jugador de apuestas suicidas, la reflexión de que su sentido suicida de la existencia surge de su expectativa vital “donde solo existe  el blanco y negro”. Donde el éxito es grandioso y catártico, donde hay  una historia de amor única e irrepetible y el trabajo es pura satisfacción. Él lo intenta, pero nada de lo que hace, logra emular ni de lejos, lo que esperaba, así que sólo le queda buscar un final tan negro y brutal como son sus expectativas.

Reflexionar sobre nuestras expectativas, ajustarlas si así somos más libres y felices, aceptarnos y querernos en nuestra contradictoria complejidad, es el camino para relacionarnos con los otros y con nosotros mismos.